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222 En el árbol, la rama ó el pimpollo que no participa de la savia de su trónco, se seca sin remedio, y por tanto queda estéril para fructificar; y en la Religión apenas sg aparta uno de la obediencia deja de fructi- ficar pata el cielo, queda estéril, se seca y no vive vida de religioso, porque no participa de la savia que corre por las venas de ese árbol bendito. Por eso te decía y te repito que el religioso sin obediencia no tiene de religioso más que el hábito y el nombre; co- mo la rama seca de un árbol no tiene de rama más que el nombre, pues en realidad no es otra cosa que leña seca para el fuego. Es, pues, la obediencia religiosa lazo que da tra- bazón y unidad al edificio de la religión, juntando y uniendo con fuerte y poderosa lazada á los miem- bros de la congregación unos con otros, y á todos con su cabeza, estableciendo relaciones de dependencia entre súbditos y superiores. Tres son estas relacio- nes, debidas al triple lazo con que se hallan misterio- samente unidos los religiosos de una misma congre- gación por medio de la obediencia santa. El primero es el de las reglas y constituciones á las cuales deben someterse todos los individuos de la congregación en la forma, modo y manera prescritos en los estatu- tos de la misma; porque desde el momento en que profesamos una regla aprobada por la Iglesia Cató- lica, ésta con su magisterio infalible y autoridad soberana nosimpone la obligación de guardarla; y la sujeción y obediencia á esa Regla, 6 mejor dicho su observancia, impuesta á los que voluntariamente quieren abrazarla, es la primera lazada que une á los Religiosos de una misma orden entre sí. Y aquí es preciso adyertir que lá regla de una orden réligiosa ó los estatutos de una congregación no tienen más virtud, más fuerza ni más valor de aquel que, con su aprobación, le da Nuestra Santa Madre Iglesia; y ésta puede por sí- misma ó por los superiores mayores aumentar ó disminuir el rigor y

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