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4] e A A A A NA dit al. AAA ———— AAS RARA 216 Esposo, El mismo, enamorado de ella por esta su soledad, se ha hecho cuidado de ella, recibiéndola en sus brazos, apacentándola en sí de todos los bienes, y guiando su espíritu á las cosas altas de Dios... Quie- re decir que en esa soledad en que el alma está á so- las con su divino Esposo, El la guía y mueve y le- vanta á las cosas divinas; conviene á saber, su enten- dimiento á las divinas inteligencias, su voluntad al amor divino, y su memoria á recuerdos celestiales; porque memoria, voluntad y entendimiento con la soledad se hacen aptos para esa elevación. De este modo la guía su querido, También en soledad de amor herido. Esto es, herido del amor de ella, porque además de amar mucho el Esposo á la soledad del y está mucho más herido del amor de ella, por haberse ella querido quedar á solas de SA las cosas, por cuanto estaba herida de amor de El; y así El no qui- so dejarla sola, sino que herido de ¿Ma por la sole- dad que por El tiene, viendo que no se contenta con otra cosa, El solo la guíaá sí, trayéndola y absor- biéndola en sí, lo cual no hiciera El á ella, si no la hubiera hallado en la soledad espiritual. No se me oculta que en todo este pasaje habla el mistico Doctor de una soledad muy superior al re- tiro dela celda, de que yo te,hablo; más á pesar de eso, he querido poner aquí sus palabras para que por ellas veas lo que vale la soledad y á cuán estrecha unión con Dios puede llevarnos. Porque, en hecho de verdad, si se endiosa el alma en alguna parte, es en la soledad, donde ella posee á Dios y se siente de El poseída, pudiéndose contar (aunque de un modo pasajero) entre los bienaventurados. Y así suel porque como afirma San Bernardo, los ángeles y bienaventurados tienen especial gusto en tratar con los que se retiran del bullicio del mundo y viven
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