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ciones y fueros mundanos, rompió las cadenas que nos detenían en esa triste cárcel, nos dió libertad y nos trajo á su casa para que'aquí le otrez crificios de alabanzas. Sacrificabo hi a: laudis. Es también el mundo para el alma cristiana, á manera de intrincado laberinto, que tiene facilísima la entrada y muy dificultosa la salida. Entra el hom- bre en él, cuando llega al uso de la razón, y el desdi- chado camina sin tino y sin norte fijo, dando vueltas por sus calles y encrucijadas sin acertar con la salida; y allí quedaría para siemprg sepultado, si una perso- na diestra no le guiara de la mano y lo sacara libre de entre aquellas a y TI eos. Así E nosotros, perdidos y nbobados en el laberinto del mundo, y prod eat do en él toda la da si la mano misericordiosa de nuestro buen Dios no nos hubiera guiado por sus tortuosas sendas, y nos hubie- ra sacado de entre sus tinieblas para traernos á la re- ción de la luz y de la gracia. Allá nos tenía el mundo presos entre sus redes, y nuestras almas ge- mían aprisionad aires de clamores, cuando se vé preso en la lia ó en el lazo del astuto cazador; pero Dios oyó benigno nuestros gemidos, y con piadosa mano nos dió li- bertad, para queaquí en su casa, gozando de ella, po- ¡EA cantar como David en sus salmos: Mi alma sa- lió alegre de entre las redes del mundo, como pája- ro que escapa de los lazos del cazador: los lazos fueron deshechos, y mi alma quedó libre. (Psl. 123). Es, por último, el mun: lo comparable á una inmen- as, como el pajarito, que llena los sa galera como las quese usaban antiguamente, des- tinadas á servir de eS y castigo á cuantos for- zados en ella entraban. Alli. At wWos al duro bane y De la mísera galera, Ambas manos en el remo Y ambos pies en la cadenaf

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