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211 Dios y rodeada de ángeles: allí tiene una quietud apacible, un dulce sosiego, y posee silencio celestial en vez del mundanal ruido, y tranquilidad en lugar de perturbación, y libertad sin servidumbre, y des- canso sin pena, y alegría sin tristeza, y gozo sin fas- tidio que leimpida levantar su corazón á Dios. Oh soledad! tú elevas lo lodoso y polvoriento Al hombre; tú le llevas Al alto firr En alas de sublime pensamiento! De este sue namento Ay del que te conte mpla, Oh grata soledad, Sus pesares no tem ¡Ay del que se desvía, De tu dulce y amable c )mpañíia! Yo tengo por desgraciada á la reliviosa que no es amiga de la soledad. y por infeliz al religioso que está bienavenido ton los quehaceres que le apartan del retiro de su celda. Nosotros dejamos al mundo, por- que no queríamos pertenecer.á él, y no queríamos pertenecer á él, porque nos apartaba de Dios; y por- que nos apartaba de Dios, buscamos la soledad del claustro, para librarnos de sus lazos: ¿pues cómo somos tan inconsecuentes y tornadizos, que volvemos á ligarnos con-los lazos que rompimos? No es la soledad. como piensan muchos, causa « tristeza para los buenos religiosos, sino al contrario, 18 causa de gozo y delicias inefables. Esa es una buena señal para juzgar del aprovechamiento de las mon- jas, porque así como la salud y enfermedad del cuer- po tienen sus síntomas por los cuales se descubre, así tambien el aprovechamiento ó desaprovechamiento del religioso se conoce por ésta y otras señales. Cuan- do yemos á uno de mal color, amarillo, con ojeras, inquieto, sin reposo, y sin poderse dedicar á su ofi- cio Ó sus negocios, decimos: Mal anda fulano; no está

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