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200 ma de júbilo santo, la adorna de cierta luz que la ha- ce brillar como el sol entre los astros, sigue de cerca al Cordero divino, es adornada con el nombre del Es- poso celestial, cántale á éste un cántico singular y siempre nuevo, hace al alma esposa de Cristo, comu- nica con él más confiadamente, recibe mayores gra- cias, está unida á Dios con más estrecho lazo, y al- canza para los demás favores especiales. Bien declaró este último privilegio el gran San Leandro, Arzobispo de Sevilla. 'Tenía este Santo una hermana virgen, llamada Florentina; y con ser tan- tos los méritos de este varón esclarecido, puso toda su confianza en los méritos de su santa hermana, por haberla él consagrado á Dios con el velo de reli- giosa. Y así le escribe diciendo: «Tu eres mi segurl- dad y defensa en el tribunal de Cristo; tú la prenda por cuyo respeto espero obtener sentencia favorable; tú la víctima preciosa que expiará mis faltas; no ha de entristecerte ni negarte nada el que te escogió pa- ra esposa, y por esto tu desposorio con Cristo me da esperanza de salvación, porque el amor que El te tie- ne le obligará á tratarme con indulgencia. Tenién- dote por hermana, no temo tanto el juicio, porque el castigo que merezca se aplacará, si tu castidad se po- ne por medio. Por no contristarte el Juez á ti, me na á mi, para que no perezca el hermano de a que desposó consigo. Ten pues piedad de mí, que- rida hermana; y la pureza que á ti te sirve de gloria, síryame á mide sufragio; y la virginidad, que será tu corona, sea también la causa de mi perdón.» Lo mismo te digo yo á ti, querida Margarita, an- tes de poner fin á la presente: mucho confío en tus oraciones y en tu título de esposa de Cristo: sírvete de él para hacer algo en favor de tu afectísimo P. Fr. A.
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