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199 bado sobre una frente más blanca y candorosa que el lirio de los valles, lo llevan las vígenes en el Cielo, porque es el nombre del Esposo celestial á quien se consagraron en la tierra. Y cantan un cántico nuevo que sólo ellas pueden cantar. ¿Qué cantico será éste? sin duda el cántico de la gratitud, el cántico del amor, el cantar de la pureza, el himno de triunto, el himno de la victoria conseguida después de largos combates con el mundo, el demonio y la carne, por conservar intacta la «flor de la virginidad. ¡Oh qué cántico será aquel! ¡ué divinas armonias! qué concier- to tan inefable! quién pudiera escucharlo y tomar parte en él! Y añadeel texto que siguen al ( 'ordero don- de quiera que va, porque la esposa debe seguir á su esposo, y la Virgen á Dios consagrada es verdadera esposa de Cristo, lo cual constituye su mayor título y el más grande de sus privilegios. En la misma Escritura hallamos este incompara- ble título: San Pablo dice á los Corintios: Os he des- posado con Cristo, para presentaros como virgen casta al único Esposo; y los Santos Padres dicen que este desposorio es perfecto, cuando un alma se une á Cristo, consagrándose á E ha m voto de perpetua, vir- ginidad. El mismo Salvador se llama á sí propio en el Evangelio Esposo, y la Iglesia, maestra de la yer- dad, dice quién es la desposada, vaca entona en la profesión de la religiosa aquel sublime canto q empieza así: Ven, esposa de . Jesús, y recibe la corona.. Pues, siendo las virgenes esposas de Jesús, claro está que si son fieles, comunican con El confidencialmen- te,son de El amadas con amor más especial, están uni- das á El con más estrechos lazos, y alcanzan de El mayores gracias. Aquí tienes en compendio, no todos, sino sólo ca- torce privilegios de la Virginidad. Ella es señal de predestinación, da al alma, un nombre glorioso, la hace herencia y propiedad de Dios, comunica un co- nocimiento más claro de la divinidad, inunda al al- L£
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