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189 de llevar; y así es realmente; pero los hombres unas veces por ignorancia, otras por temores infundados, y otras por exageraciones pesimistas, añadimos peso sobre peso y carga sobre carga, haciendo insoporta- ble lo que de suyo es harto llevadero. Hay personas tan exageradas que no saben mantenerse en un buen medio, y si les da por la manga ancha, los verdade- ros pecados los miran como escrúpulos de monja; y sl les da porel rigor, las acciones mas lícitas les parecen pecado ú ocasión próxima de él. En el primer caso á nada temen y les pasa lo que dice el Salmista, quese apartan del camino del bien y no hay temor de Dios ante sus ojos; y en el segundo acontéceles lo que á otro propósito dijo el mismo profeta, esto es, que se llenan de espanto y tiemblan de miedo, donde no hay por qué temer. Esto precisamente es lo que te pasa con las tenta- ciones en la oración por las cuales te creías abandona- da de Dios, según decías por estas palabras: « En la ora- ción, en la sagrada comunión, hasta cuando siento algún consuelo espiritual toma parte el cuerpo, y esto me fatiga y me apura y me hace creer que estoy deja- da de la mano de Dios, y debo estarlo, cuando los con- fesores me dicen que deje la oración y las comuniones, si siento esa mala impresión. » Estas palabras encie- rran el otro error de que te hablé en mi anterior, error que paso á combatir para sacarte de él y que sepas á qué atenerte en un punto que puede servirte de mucha ayuda ó de grande obstáculo en tu santifi= cación. Digote, pues, que es una solemne tontería en el alma que ama la pureza creerse abandonada de Dios, porque en la oración, en la comunión ó en los con- suelos de espíritu,'á pesar suyo, siente todo eso que tú me dices: y afirmarle á esa criatura que es pecado lo que siente, y aconsejarle que deje la oración y los ejercicios de piedad para no sentirlo es un error tre- mendo, un disparate garrafal, el colmo de los errores
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