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XXX Engaño de los que por temor á las tentaciones dejan la Oración. Trepidaverunt tímore, ubi non e erat tímor. Temblaron de miedo, don- de no habia que temer. SaL .52, 6. NOLVIDABLE Margarita: Alégrome en el alma de que mi anterior produjera en ti el resulta- * do que me propuse al escribirla, y que ella haya sido para tu alma como el rocío del cielo para las flores marchitas, como la sombra de copuda encina para el segador tostado por los rayos del sol, como fuente cristalina para el caminante sediento, como la luz del sol para quien vivía en mansión tenebrosa, cómo medicina quecalma de repente un dolor agudo, como tabla de salvación al náufrago desvalido, y co- mo mano fuerte que remueve el enorme peso bajo el cal gime sofocado y oprimido el niño, sobre cuyas espaldas cargaron lo que un hombre robusto no po- día llevar; y por eso ahora te parece el peso de la reli- gión tan dulce como antes te parecía amargo. Mucha razón tienes en esto último que dices, por- que Jesucristo, verdad infalible, dijo que su yugo es suave, su carga ligera y el peso desu ley muy fácil

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