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14 , mente las unas á las otras. El alma por afecto al mal puede con pensamientos feos ó con otros medios exci- tar la concupiscencia de la carne, para que le ayude á conseguir su objeto; y la carnedfisu mala tenden- cia al mismo fin, puede despertaflas facultades del alma para que le empujen en ese camino hasta llegar á su término, al cual suele llegar muchas veces, no sólo sin la ayuda del alma, sino contrala voluntad de ésta, como á ti te pasa. Esto supuesto, te diré que todo lo que procede de la primera raíz, es pacado, y no lo es lo que proce- de de la segunda, hasta que el alma no consiente. Todo lo que el alma haga con mala intención ó por afecto impuro es pecado, aunque lo que haya sea por otra parte tan lícito y bueno como besar la mano á un sacerdote; mas por el contrario, nada de lo que sien- ta el cuerpo contra la voluntad ó sin consentimiento del alma es pecado, aunque por otra parte sea lo que sienta la cosa más horrorosa del mundo. Lo diré muy alto para curarte de espanto y quitarte el temor que tienes; las inmundicias de la carne por sí solas, no pueden manchar nunca la pureza del espíritu, ni la suciedad del cuerpo puede jamás afear la hermosura del alma, si ésta no quiere contaminarse. La única puerta que el pecado tiene para entrar en nosotros es la voluntad, y no habiendo ésta, quédate tranquila, que tu alma está pura y libre de todo pecado. Y ha- biendo en titan buena voluntad y tanto horror al vicio como afirmas, ¿quién ha podido darte por peca- do lo que contra tu voluntad te pasa? Dicen que es pecado, porque atendida tu fragili- dad, das motivo para sentirlo. ¿Pero qué fragilidad es esa? ¿Se entiende acaso por fragilidad los movi- mientos de la mal inclinada naturaleza? ¡¡Nó!! ¡eso es una necedad! La fragilidad verdadera no está en las sensaciones, ni en la mala inclinación del cuer- po, sino en el consentimiento del alma; y aqui no te veo frágil, sino fuerte como una roca, puesto que

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