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. 183 doctrina de San Ligorio, el máximo de los Doctores morales. Este Santo se hubiera reido, al leer lo que de tu carta dejo copiado, ó quizás hubiera llorado, al ver puesto en prácti un modo tan pesimista el rigo- rismo que él comb4tió con todas sus fuerzas, querién- dolo desterrar del mundo. Viniendo, pues, á sacarte del atolladero en que te hallas, dices que no puedes hablar con nadie, nimirar nada, ni asearte, ni mostrarte cariñosa, ni tener las expansiones naturales de júbilo que todas tienen, ni estarien recreo como las demás, ni jugar como ellas juegan, porque te dicen que, dada tu fragilidad, lo que sientes en tales casos es pecado, por dar tú motivo para sentirlo, y ser causa de que te suceda. Aqui esta- ría muy en su punto aquel Dios libre á mis monjas de confesores espantadizos y medio letrados, atribuido á Santa Teresa de Jesús; mas dejando á un lado las bromas en cosa tan seria, digo que en Teología mo- ral, es muy cierto que peca el que, púdiendo apartar la ocasión próxima de caer en pecado, no la aparta, y el que pudiendo quitar la causa productora de él, no la quita; pero esto último se entiende, en el caso de que uno esté obligado á quitar esa causa, y no la quite, pudiéndolo hacer; ó se sirva de esa causa pro- ductora del mal, sin tener ningún derecho á servirse de ella; y aqui está el error. Coneretándonos ahora al caso que nos 0c upa debe- mos dejar sentado que las virtudes y los vieios, son propiedades del alma y no del cuerpo, porque éste no es más que un medio de-que ella se vale para prac- ticar el yicio y la virtud; de modo que á esa practic contribuyen las dossubstancias de que está A lc toel hombre; el alma formalmente y el cuerpo ma- terialmente; el alma á manera de artífice y el cuerpo á manera de instrumento. Cada una de esas dos subs- tancias tiene, sin embargo, sus tendencias é inelina- ciones propias, tendencias que á veces conducen á un mismo fin, y para llegar á él juntas, se excitan fácil- 18
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