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XXIX Rigorismo exagerado en materia de castidad. Omnúa munda imundis, Ab Trr.1, 15, Todas las cosas son limpias para los limpios. A Trr. 1, 15. EVOTA sierva de Cristo: Mucho me ha dado que pensar la tuya, porque lo que en ella me dices es un error trascendental, capaz no sólo de in- tranquilizar á las almas, sino de llevarlas á la deses- peración. Copiaré tus palabras para mostrarte que no £Xagero. « Temía como la muerte que usted me escribiera so- bre las obligaciones de la castidad, porque soy algo tentada contfa esa virtud, mal inclinada por natura- leza, y predispuesta á experimentar sensaciones que me fastidian y martirizan hasta el extremo de no po- der hablar con nadie, ni mirar nada, ni mostrarme cariñosa, ni tener esas expansiones naturales de júbi- lo que todas tienen. ¿Qué más? Hasta en la oración, hasta en la sagrada Comnnión; hasta cuando siento algún consuelo espiritual, toma parte el cuerpo y esto me fatiga y me apura y me hace creer que estoy deja- «la de la mano de Dios: y debo estarlo, cuando los con- +

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