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176 de todo deleite impuro, hasta del simple pensamien- to. De manera que si una persona que tiene voto de castidad consiente ó se deleita voluntariamente en un acto interior ó exterior contrario á la pureza, ade- más del pecado contra la ley de Dios, comete otro pecado de sacrilegio, porque juntamente quebranta el sexto precepto y su voto de castidad; y en este quebrantamiento advierten los teólogos que no se da parvedad de materia, porque aquí todo consen=- timiento deliberado es culpa mortal, y doble culpa, como te dejo dicho. Esta doctrina, que es yverdaderísima, podría con- vertirse para tí en uy manantial de ansiedades y es- erúpulos, si alguna Vez te sintieras muy combatida y tentada contra esa virtud celestial; y por eso quie- ro que te fijes en las palabras deliberada y volunta- riamente, porque donde no hay voluntad, no puede haber pecado. Es la pureza la flor más preciosa que puedé producir el jardín de nuestras almas, es la joya más rica que podemos tener en este mundo, es el tesoro más grande que podemos poseer sobre la tierra, y por eso el demonio, como ladrón ham- briento de riquezas, trabaja lo indecible para robar- nos ese tesoro y arrebatarnos'esa joya de tanto pre-= cio. De aquí las mil tentaciones, los mil lazos y las múltiples asechanzas que nos arma para hacernos caer. Almas conozco yo tan combatidas, que las ten- taciones vienen sobre ellas continuadas y furiosas, como los aguaceros y granizadas en días de tempes- tad; almas que á pesar de eso son puras como la luz del sol y los destellos de la aurora, porque resisten con todas las fuerzas de su voluntad, y no dan con- sentimiento á la tentación, por más que sientan sus efectos con una viveza que parece infernal. No ha- biendo, pues, en tu alma voluntad ni afición á esos placeres impuros, bienpuedes estar tranquila, aunque sientes más tentacionés que Santa Angela de Folig- no y San Antonio Abad.

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