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XXVIII Deberes que nos impone el voto de castidad. Vota mea Dómino reddam. Otimpliré mis votos al Señor. Ps. 115, YT querida Margarita: Te decía en mi anterior E" que nobleza obliga, esto es, que todo lo que ¿2% nos eleva 4 un estado más alto, nos impone la obligación de vivir conformes á la elevación de ese nuevo estado; y como la profesión de la castidad religiosa nos enaltece tanto, que nos levanta á la esfera y dignidad de los ángeles, es muy conforme á razón que nos imponga el deber, no sólo de que nuestras costumbres sean morigeradas, sino también de que sean angelicales, en cuanto lo sufre la huma- na fragilidad. El yoto de castidad es una renuncia solemne que hace el religioso de todos los placeres contrarios á la pureza, é incluye en sí una promesa formal de abs- tenerse completamente de todo acto, sea interno ó externo, opuesto á dicha virtud. Esta renuncia y esta promesa puede ser pública y privada, por toda la vida ó por tiempo determinado, y de aquí la divi- sión del voto de castidad en simple y solemne, tem- poral y perpétuo; pero de todos modos, mientras que el voto dura, nos obliga á privarnos en absoluto
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