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171 los ojos, querida Margarita, y repara en el valor y hermosura de la pureza virginal, pues ella hace que los habitantes de este sucio y enlodado suelo tengan, si quieren tenerla, la misma limpieza que los mora- dores del Cielo; y que los hombres mortales y corrup- tibles corran parejas con los espíritus inmortales é 1n- corruptos, sin dejarse vencer de ellos. Cosa es esta que adarva, maravilla y aturde á quien bien la considera; porque una persona que pro- fesa virginidad es un portento que asombra á quien tiene ojos para contemplarlo. ¿Qué dirían las gentes, si vieran volar por los aires á una doncella con alas de Serafín? ¿Qué dirían, si vieran su cuerpo vestido de blanca túnica y ágil como una paloma, cruzando los espacios? ? Atónitos á la vista de ese prodigio, unos di- rían que era angel con cuerpo humano, y otros di- rían que era mujer con propiedades de angel; y aun á los mismos ángeles admiraría ese prodigio y excla- marían entre sí, como exclamaron á vista de la pure- za de María, figurada en la esposa de los Cantares: Que est ista? ¿Quién es esta que sube del desierto, como columna de humo de odoriferos inciensos? ¿Quién es esta que se levanta risueña, como la aurora cuando amanece, hermosa como la luna y escogida como el sol? Si es angel, ¿cómo habita entre los moradores de la tierra? Y si es mujer, ¿cómo se eleva á la altura de los ángeles? Esto mismo digo yo, siem- pre que descubro los esplendores de la virginidad, al través de las sombras con que el infierno quiere oscurecerla; siempre que hallo una virgen pura, ro- deada tal vez de impuras tentaciones; tentaciones que de ordinario sirven para más purificarla y hermo- searla, como hermosean á la roca solitaria de una pla- ya las olas furiosas que se estrellan sobre el peñasco, dejándolo cubierto de blanca espuma. Mas si esta pureza nos trueca por gracia en ángeles terrenos, dándonos en cierto modo ventajas sobre los celestiales, nos debe también revestir de las dos pro-

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