BCCPAM000535-2-23000000000000
162 cual dispone el religioso con total dependencia de su prelado, no es, absolutamente hablando, contra el voto de pobreza; pero también es cierto que, si el superior concede un permiso nulo, ya por ser opuesto al espíritu de la regla y constituciones, ya por renun- ciar el derecho de revocarlo, el peculio es contrario también al voto. ¿Y quién puede contar los males que el peculio lleva consigo? El convento donde ese monstruo ani- da, ofrece el repugnante espectáculo de aquellas asambleas reprobadas por S. Pablo en su primera epístola á los Corintios. Júntanse á comer las religio- sas, pero no á la mesa del Señor, sino á la del diablo; no á la mesa de la caridad, sino á la del egoísmo; porque en la mesa de Dios, que es mesa de caridad, todos comen de un mismo manjar, y en la mesa del egofsmo, que es mesa del diablo, cada cual come el manjar adquirido con su peculio. Y... alius quidem essurit, alius autem ebríus est. Unas salen de la mesa ahitas y relamiéndose, mientras que otras padecen hambre. Las que tienen buen peculio, se regalan opípara- mente, y la que no lo tiene, se contenta con bostezar. La primera desprecia á la segunda, porque la cree inferior, y ésta murmura de aquélla, porque la ve regalarse, y... adiós paz! adiós caridad fraterna! Luego el dinerillo da cierto aire de superioridad, y... adiós obediencia! La superioridad y el dinerillo crían arrogancia y soberbia, tan fácilmente como el madero, la polilla, y... adiós humildad! El temor de que el peculio se acabe ó disminuya hace buscar la manera de acrecentarlo, y... adiós rectitud de intención y celo por la gloria de Dios! Para acrecentar ó conservar ese peculio hay que atender al trato con los seglares, y... adiós retiro y oración. Sin retiro, sin oración, y con mucho trato de mundo... adiós religiosidad! y sin religiosidad, ¿qué es el religioso? : Maldición, pues, al peculio, causador de tantos
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz