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151 o porque sin esto, la pobreza perdería gran parte de su valor, y quizás todo. Pues según esta doctrina, que es la verdadera, ríome yo de la pobreza de aquellas monjitas que dan Ó reciben chucherías (y no chucherías) á escondidas de la Prelada; de la que sin permiso guarda ciertos regalillos para cuando venga fulanita, ó cuando menganita llegue al torno; de la que llevada de su afición al confesor le envía un recuerdo sin licencia de nadie; de la que por adornar su celda pide á su familia muebles, sin saberlo la Superiora; de la que pide permiso para dar un escapulario y luego da una docena; de la que murmura de la Madre porque no la dejó regalar lo que ella quería; de la que se queja, porque la Abadesa le prohibió repartir la caja de dulces que le mandaron de casa; de la que temiendo que la quiten los idolillos, fruto de su trabajo, los da por el locutorio, sin que nadie lo vea, á las visitas que recibe; de la que por sí y ante sí dispone de cosas no concedidasá su uso; y por último, de todas las que hacen de su capa un sayo, sin contar antes con la Madre Priora. Sí! de todas me río, ó por mejor decir, de todas me compadezco, porque son dignas de com- pasión. ¿No es una lástima que quien tuvo pecho y valor para romper con el mundo y dejarlo todo, pierda el mérito de la pobreza por no vencerse n esas tonterías? ¿Noes un dolor que quien despreció lo más, pierda el mérito de su sacrificio, por no deshacerse de lo menos? ¿No es una miseria que naufrague en el puerto la nave queen alta mar superó la furia de las tempestades? No seas tú del número de estas tontas, discreta Margarita; no dispongas de cosa alguna, sin contar antes con la vénia de tu prelada, pues de lo contrario perderás el mérito de la pobreza. No seas tampoco de esas religiosas que quieren ser pobres y que todo les sobre. Esa debe ser una pobreza muy singular; pobre y que nada falte; vamos! es una pobreza muy 11
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