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147 ca de mucha importancia, y es que debemos amar la pobreza con amor grande, y no de cualquier género, sino con amor de hijos, teniéndola por madre, según el consejo de nuestro santo Patriarca. Sólo el amor es capaz de grandes y continuos sacrificios; y como la pobreza exige tantos y tan continuos, claro es, que, si no la amamos mucho, fácilmente nos cansaremos de ella; pero si la amamos como á madre, ese amor'se manifestará en las obras, evitando sus transgresiones y praticándola con alegría y fervor. Y aquí termino, querida Margarita, casi estreme- cido de lo mismo que te dejo escrito; aquí termino por hoy, encargándote mucho el amor á la pobreza y rogándote que le pidas á Dios esa misma gracia para tu afectísimo P. Fr. A;

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