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ir: OS o RS 3 at 7 e S a A E A A Y sas como la tuya, leeréis con fruición el fruto de mis vigilias; pero 4 decir verdad, vosotras, religiosas fervientes, no lo necesitáis. ¿A qué, pues, trabajar en vano? : Mas ¿qué digo? ¿será trabajo inútil el quese emplea en conservar y aumentar la virtud de las fieles espo- sas de Cristo? Y, por otra parte, ¿cómo renunciar á mi ocupación favorita y á la más grata de mis comu- nicaciones? Las relaciones sociales me son molestas y penosas. Yo no SOZO más que con el trato «le corazo- nes ardientes, de almas sensibles y puras, que no per- tenecen á este mundo. Soy peregrino Y extranjero en él: nadie me entiende, ni yo entiendo á nadie, más que á los ángeles de la tierra, á las almas candorosas, enviadas por Dios á este campo de batalla que llama- nos mundo, para conquistar en él la palma de las vírgenes Ó la corona de los santos. Tengo. pues, que optar entre vivir aislado y solitario en medio del mundo, como Pabloen la Tebaida, ó contraer íntimas y santas relaciones contigo, y con el corto número de almas escogidas que habitan en el silencio de los claustros. Opto, pues, por esto último, y cese la lucha que he sostenido interiormente para contestar á tu carta. En ella me dices que deseabas ardientemente ver terminada mi correspondencia con la afortunada Teó- fila, para heredar su fortuna, colocarte en su luar, y ser instruida en los santos deberes de la vida religio- sa por medio de otra serie de cartas. parecida á la que escribí ú.ella sobre la vida espiritual. Y poco más aba- Jo añades: « Espero, querido Padre, que no me nevará usted ese consuelo: y más habiendo acabado Teófila por ser religiosa, y pudiendo aprovecharse ella y otras muthas de cuanto usted me diva. ¡Si supiera V., Pa- dre mío, cuánta necesidad tenemos las pobres religio- sas de ser instruídas en nuestros votos y sagradas obligaciones! Aquí siempre encerradas, sin tener á quién consultar las dudas, más que al confesor, que A A A
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