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145 dad primitiva, $e hacen innovaciones opuestas al espíritu de la Orden ó Congregación, y la ruina y la desolación viene necesariamente sobre aquella Reli- gión ó sobre aquel convento, en que esto suceda. ¡Ay qué cosas tan tristes me ha enseñado sobre esto la historia íntima de algunos monasterios, las tradiciones de otros, y algunos manuscritos anterio- res á la primera exclaustración! Conozco Conventos de monjas, que mantuvieron intacta la observancia á través de los siglos; en ellos brillaron las virtudes de las Claras y Teresas, de las Grertrudis y Catalinas: fueron nidos llenos de palomas sencillas y castas; y hoy están desalojados y vacios, habitados por cuatro ancianas vestidas de hábito. ¿Quién ha causado esa mudanza? ¿quién ha llevado allí la desolación? quién alejó y aleja hoy de sus recintos las yvocacio- nes, las virtudes, la abundancia y la prosperidad ma- terial y espiritual? ¡La ausencia de la pobreza! ¡no me cabe duda! Cayó por tierra ese muro, y se perdió la religiosidad, y con ella todo lo demás. Antienos conventos de religiosos, moradas un tiempo de grandes santos y de ilustres varones, glorias de España, se ven hoy por todas partes con- vertidosen cuarteles, en teatros y en alguna cosa peor. ¿Quién les dió ese destino? ¿Cómo se convirtió la ca- sa de Dios en escuela del crimen? ¿Cómo logró el de- monio tan satánica transformación? ¡No lo dudes, hija mía; derribando el muro de la santa pobreza! Con él en pie jamás hubiera llegado á conseguirlo; pero cuando ese baluarte se derrumba, cuando falta la pobreza evangólica,el edificio religioso se desplo- ma, los conventos en su parte moral vienen al suelo, y caen por tierra convertidos en escombros. Dios los entrega en manosdel enemigo, sirviéndose de la mal- dad y de la injusticia de los hombres para instrumen- to de nuestro castigo, para tomar venganza de la prevaricada pobreza, y para la ejecución de sus de- signios inefables.

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