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¿Para quién son estas cartas? ¿Producirán algún fruto? ¿Tienen necesidad de ellas las religiosas? ¿Materias y puntos que se tratarán en las mismas. Y y EN nr DE esposa de Cristo, y hermana mía muy xé8 77, amada en su divino Corazón: AA Desde que recibí la tuya, vengo sosteniendo una lucha atroz conmigo mismo. ¿Quiéres saber por qué? Pues, porque la igualdad de” nuestro estado, la profesión de una misma vida, la conformidad de nues- tros votos, los dulces y purísimos lazos que nos unen con el amor eterno, y aun mi propia inclinación, todo me lleva á establecer contigo la correspondencia que deseas. Mas por otra parte, ¡es tan difícil y tan arries- gado escribir algo nuevo sobre la vida religiosa!... ¡Tiene tan poco aliciente el escribir sobre esa mate- rial, . Porque, ¿quién ya á leer mis cartas? ¿Qué fruto puedo prometerme de mis trabajos? Los seglares las dejarán, como si fuera cosa inútil para ellos; los reli- glosos sabihondos (¡y son tantos!) dirán que quién soy yo para dar lecc: 1ones; y las religiosas engreídas, que por desgracia son muchas, pensarán que ya tie- nen bastantes libros para instruirse en sus deberes. ¿Para qué, pues, he de cansarme inútilmente? Sola tú, Sor Margarita, tú y otras almas puras y fervoro-

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