BCCPAM000535-2-23000000000000

132 perfección. Es verdad que los votos simples y tem- orales tienen la ventaja de inspirar un temor saludable de ser echado de la Congregación, si no se porta uno bien; y eso es un sostén para nuestra flaca naturaleza. Es cierto también que al que tiene esos votos de vez en cuando se le da ocasión de reno- var su sacrificio con plena libertad; pero ¿quién ha dicho que el profeso solemne carece de esa ventaja y no puede renovar cada día sus votos con tanto mérito como si de nuevo los hiciera? No, no carece de esa ventaja, y tiene además la de verse libre de su propia inconstancia y no estar expuesto á las tentaciones del demonio, cada vez que se llega al tiempo de reno- var los votos. Llegado ese tiempo, el religioso de votos temporales obraría mal, omitiendo la renova- ción sin el consentimiento de su Prelado; pere si éste por justo motivo se lo prohibe,ya no puede renovar- los y deja entre tanto de ser verdadero religioso. En este punto conviene fijar la atención sobre un yerro muy grave que suele cometerse en la elección de instituto ú Orden religiosa. Cuando una persona siente en su alma la llama de la vocación divina, antes de resolverse á ponerla por obra suele pregun- tarse: ¿Escojo una Orden de votos solemnes, ó una Congregación de votos simples? ¿Dónde estaré yo mejor? ¿Dónde podré hacer más bien? Esta cuestión está mal planteada de ese modo, y es lástima ver que la plantean así algunos confesores ó directores poco versados en los caminos del espíritu. ¿Que dónde es- tarás mejor? ¿que dónde harás más bien? ¿Acaso vas ála Religión á buscar tus comodidades y bienestar? ¿Por ventura está tu santificación en hacer mucho bien al prójimo y mucho ruido en el mundo, ó6 en hacer lo que Dios quiera de ti, aunque sea estar escondido debajo de una estera? No! el problema no está bien planteado de ese modo, porque no se trata de averi- guar dónde podrás hacer más bien, sino dónde quie- re Dios que lo hagas, y qué servicios exige de ti. Si

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz