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129 pende ya en manera alguna de la conducta que con él observen los hombres. En vano alegará la injus- ticia con que le tratan, en vano opondrá lo mucho que le mortifican, en vano objetará la sinrazón de sus iguales, en vano se quejará de la dureza de los superiores, en vano dirá que se le hace intolerable la vida religiosa, porque todo eso son excusas de mal pagador y pretextos fútiles para dejar de cumplir lo prometido.»¡No! jamás la maldad ó la injusticia de los hombres será un título suficiente para dejar de cumplir nuestros votos religiosos! Líbrenos Dios de semejante pensamiento, madre y raíz de todas las apostasías! Esta es la mayor tentación que puede tener el religioso, y ¡ay de aquel que en vez de re- chazarla la fomenta con su tristeza, malevolencia y melaneglía, con sus aversiones y rencores, con su resistencia á la autoridad, su oposición á la obedien- cia y el quebrantamiento de su santa Regla! No vayamos nunca por ese camino, Margarita mía! guardémonos de nuestra propia inconstancia y seamos fieles á Dios, que á esa fidelidad está vin- culada. nuestra dicha en esta vida y en la otra. Que tú la goces abundantísimamente desea tu afectísimo Padre, Fr. A.

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