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128 voto sea siempre de cosa buena y posible de cumplir; y no sólo buena, sino mejor que su contraria; porque siendo el objeto del voto dar á Dios una prueba de amor y un culto especial, ese objeto no se logra, si la cosa que se le promete no es mejor que su con- traria. Así, pues, el que hiciera, por ejemplo, voto de no dar limosna, haría un solemne disparate, y su voto sería nulo ó no sería voto, porque lo opuesto, es decir, dar limosna, es mejor que lo contrario, y de esto precisamente es de lo que se debe hacer el voto. Por lo tanto, siempre que un voto, aun cuando sea de cosa buena, impida otra obra mejor, como el cumplimiento de un deber ó cosa por el es- tilo, debe tenerse por nulo y de ningún valor por r el voto, como dejamos dicho: Una promesa hecha Dios deliberadamente de un acto bueno, realizable y mejor que su contrario. Tal es, Sor Margarita, la esencia de los votos que hemos hecho á Dios; Sí, 4 Dios! al Dios tres veces Santo que penetra los senos más recónditos del alma, y ve, sl el corazón humano es un sepulcro blanquea- do, donde pululan enjambres de :asquerosos gusanos, ó un huerto cerrado donde germinan lozanas y fra- gantes las flores de las virtudes. El tomó acta de nuestra promesa, la escribió en el libro de la vida, y allí la guarda para presentarla á nuestros ojos, el día en que nos pida cuenta del cumplimiento de nuestra promesa. ¡Cuánto nos pesarán entonces las pequeñas infidelidades, al vernos en la terrorífica presencia de un Dios celoso que exige lo prometido! Y siendo esto así, ¿hay religiosos en el mundo que piensen siquiera volverse atrás y rescindir el contra- to hecho con Dios? Después de haberle prometido fidelidad “eterna, ¿hay quién diga que no puede seguir adelante, porque le dieron un disgustoó le hicieron contradicción? ¿Acaso el religioso hizo sus votos á los hombres? Pues, si no los hizo á.los hom- bres, sino á Dios, el cumplimiento de ellos no de-

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