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123 tienes acaso llenas? ¿Has atesorado mucho? Suénalas y verás que están vacías y suenan á huecas, ó á lo más producen el sonido de alguna monedilla que tienen dentro: y después de todo, quiera el Cielo que esas monedas no sean falsas ó de mala ley, porque sino, ¿qué va á ser de ti el día que se rompa y te halles en cruz y en cuadro? ¡Valiente chasco vas á llevar, si no tomas otro camino y atesoras méritos para la eternidad! Dispensa, querida Margarita, que esto no va con- tigo, sino con tu vecina, quiero decir, con otra que se puso junto al lugar que ocupabas en mi mente, al empezar el párrato anterior. Eso se queda para ella, y á ti te repetiré las palabras con que comencé la presente: Redde Altissimo vota tua! ¡Cúmplele tus votos al Altísimo y cúmpleselos con fidelidad! Para que asílo hagas, quiero hablarte despacio sobre ellos. Si no te parece mal, estudiaremos antes la naturaleza y propiedades del voto en general, y despues haremos aplicaciones prácticas á nuestro estado. Con esto ya sabes la materia sobre que ha de versar la siguiente, y sólo te encargo que pidas á Dios acierto para que á su mayor gloria pueda escribirte sobre tan delicado asunto tu afectísimo P. Fr. A.

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