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no ha cometido. Lo que hizo Pedro, ya lo pagó él «lejando de ser; y no he de consentir que se paguen las cosas dos veces, ni mucho menos que pague Fr. José culpas que no ha hecho. Cada uno pagará por lo suyo: Pedro pagó ya con la profesión religiosa todo lo que hizo, y Fr. José pagará por lo que él haga desde que comenzó á existir, que fué el momento mismo en que pronunció sus votos. Y con esto quedó el demonio burlado y vencido, y el religioso volvió .en sí, bendiciendo la hora desu profesión. San Anselmo cuenta otro ejemplo de un monje de su tiempo, tan semejante á éste, que parece la primera edición del mismo; y así, aunque éste no fuera más que copia de aquél, siempre mostraría otro de los sefectos de la profesión religiosa, que es dar muerte :al hombre viejo, según frase de la Escritura, lo cual también el bautismo lo causa. En el bautismo el alma renuncia al mundo y á Satanás con sus pompas y vanidades, y deja de ser esclavo del demonio para «convertirse en siervo de Dios. ¿Pues qué otra cosa más que ésta hace uno con sus votos? Desde el mo- mento. que los pronunciamos, morimos al mundo con «cuanto le pertenece; renunciamos las obras y lós ca- minos del diablo, y esta renuncia es más enérgica, más entera y más perfecta en la profesión que en el bautismo, como se deja entender: de modo que por los tres votos recibe el fomes peccati tres golpes de muer- te. La religiosa que los hace muere por completo para el mundo, ya no es la que era antes en el orden social, y la ley canónica la conceptúa como si dejara «le existir entre los hombres. El mundo ya no la co- noce nila tiene por suya, y por eso cuando se pre- senta en él, la mira como si fuera extranjera de re- gión lejana, como si fuergun alma venida del otro mundo. Muerta así la religiosa para la tierra, vive sóla para el Cielo y su vida está escondida con Cristo, en Dios, según la misteriosa frase de San Pablo: Abs- cóndita est cum Cristo in Deo.

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