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93 Este bautismo no es otro que el de la profesión religiosa, la cual es obra de tan subidos quilates, que los Santos Padres, y en especial San Bernardo, la equipara al bautismo por la igualdad de efectos maravillosos que obra en el alma; porque así como el bautismo perdona al que lo recibe todas sus culpas y pecados, y toda. la pena debida por ellos, de tal modo, que si muere después de bautizado sin haber cometido nueva culpa, se va derecho al Cielo; así también, al que hace debidamente la profesión reli- giosa, se le perdonan todos sus pecados á culpa y pe- na, de tal suerte, que si después de profeso muere, sin haber cometido ninguna culpa, irá también derecho al cielo, sin pasar por el purgatorio, como te decía en mi anterior. Y esto no sucede así por vía de indul- gencia que lleve consigo la profesión, que esa indul- gencia plenaria ya la ganan los religiosos el mismo día que toman el hábito, servatis servandis; sino que acontece por virtud de la profesión, por ser ella obra tan estimable y de tan alto precio, que satisface toda la pena debida por los pecados anteriores. Y tiene aquí la profesión una ventaja sobre el bautismo, por- que en éste se perdonan las culpas gratuitamente, en virtud de los méritos de Cristo: y en la profesión no se perdonan gratuitamente, sino justamente, en vir- tud de la satisfacción que da el hombre por ellos, por- que con sus votós le ofrece á Dios el mayor sacrificio que le puede ofrecer, puesto que se ofrece y se sacri- fica á sí mismo con todas sus cosas. De esto trae un buen ejemplo San Atanasio en la vida de San Antonio Abad, y yo he hallado otro en un manuscrito antiguo, que por parecerme más ex- presivo lo quiero poner aquí, como prueba de esta verdad (1). Sucedió, pues, que tomó el hábito y pro- (1) Leí este ejemplo en unos papeles viejos y de mala letra, que decían: Ejemplos y apuntes para pláticas. No tenian nombre ni firma, principio ni fin. Ignoro por lo tanto su au-
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