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89 bien se ve que aventaja con creces al martirio de las persecuciones. Además el mártir muere por dar testimonio de fidelidad y amor á Cristo, porque mártir significa testigo: pues siendo esto así, ¿qué testimonio es ma- yor? ¿El del martirio que dura un día, ó el del mar- tirio que dura toda la vida? ¿Qué fidelidad es más á prueba, la de un tormento pasajero, ó la de un mar- tirio continuado? Ciertamente que el religioso fiel á sus promesas da tanta gloria 4 Dios y tanto estímulo al prójimo como un mártir verdadero: estímulo al projimo con el buen ejemplo y con la práctica de las virtudes, que es la predicación más elocuente; y glo- ria á Dios, proclamando su dominio universal y sus derechos á todos nuestros servicios. Añádase á lo dicho, que la profesión religiosa no encierra un solo martirio, sino tres, y se verá cuánto sube de punto su mérito y excelencia. La pobreza voluntaria es de por sí sola un martirio, según ense- ña San Bernardo. Cristo promete la misma recom- pensa á los mártires que padecen persecución por la justicia, que á los pobres de espíritu; y no se lo pro- mete, sino porque la pobreza de espíritu es desuyo un niartirio para la codicia del hombre. Poseer riquezas con la seguridad que traen consigo para lo venidero, y renunciar esos bienes, y hasta la posibilidad de te- nerlos, abrazándose con las privaciones de la pobre- za y las incertidumbres del porvenir, eso es más du- ro y doloroso para el corazón humano, quesi learran- caran las carnes con garfios acerados. En el fondo del corazón está vivo siempre el deseo de las comodida- des, el amor á los placeres, la inclinación al regalo y al descanso, y aquí hay siempre que contrariar esa in- clinación, sofocar ese amor y arrancar ese deseo, y vencerse á sí mismo, y triunfar cada día de esos incen- tivos, triunfo que es para el alma tan costoso como el «lel martirio. El voto de castidad es para el hombre terreno otro

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