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iio LD 82 UN ALMA FEA los col: lLirisel 1 o nubar interpone E E ' . ¿ , y 1 AS : entre « Ol 3 ilarco que brilla en n 110 del orizonte., P r de sera ía el buen religioso ue: tr: sladado por su Prelado á otro convento lejano, y la niña se vió en la triste necesidad de perder ásu director espiritual, cuando más faltale hacía. El « la que 1 se despidió de Ñ Ñ 1 ] i ' e 1 ' p j 10Ora, entre otros saludables consejo , 12 QU J141OS gu n- te: «Hija mía, eres una flor como te llaman tus procura, pues, erder nunca el delicioso aroma de _ 1 Ñ tu pureza. un ángel que posee el doble tesoro de tu inocencia y tu hermosura: consérvalos pues, con cuidado, hija mía, por si Dios te los pide para sí; y si el Señor no te llama para esposa suya irdalos también hasta que encuentres una persona digna de poseerlos, y D i 7 entonces confíalos á la lealtad de un buen cristiano. En- tretanto, guarda tu tesoro, Flora, y no te expongas á perderlo: un viento fuerte deshoja la flor más aprecia- da, y una mirada libre puede ajar y destruir tu inocen- cia. Acuérdate de lo que te he dicho tantas veces. A ' Í - 1H] $ Un alma fea en cuerpo hermoso es la cosa 1 3 horrible y rofana que han visto nunca los ángeles destinados á la Í ¡ g custodia de los hombres. > Aunque Flora no entendió entonces todo lo que su confesor quiso decirle, prometió guardarlo fielmente, : 4 o e 5 a .i 1 1 5 - sin tener en cuenta que la inconstancia de la mujer cre- ce con la edad, si la gr si > unima y liri > todos sus movimientos. Entretanto pasaron los días, los meses y los anos, como pasan siempre veloces para el que se di- vierte y goza; tardos y perezosos para el que padece y sufre; tranquilos y hermosos para el que sirve á Dios y tiene limpia su conciencia. Con el tiempo se le fueron

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