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DEL SACRAMENTO b/ Ss ES escogido, se dedicó en el se reto de la soledad y del silencio á corresponder cuanto pudo á las finezas- del amante Corazón de Jesús. Podo el tiempo que la obediencia le dejaba libre, lo pasaba delante del Sacramento de amor, bendiciendo la mano misericordiosa que la apartó del siglo y la separó del camino de los pecadores, dónde sólo se encuentran fantasmas de felicidad que se burlan del hombre, perfi- dia, seducción y engaños que acibaran los tristes días de su existencia. Tola de Dios, y viviendo ya para El solo, gemía de amor delante del santuario, como gime la paloma en la espesura de un bosque; con sus gemidos consiguió la comunión diaria, y entonces se la vió permanecer 'días enteros delante del altar santo, y levantarse de noche, cuando todas dormían, para velar al Amado de su alma. Allí, con las manos sobre su pecho que ardía en lla- mas del amor santo, é inclinada graciosáamente como el tallo de azucena cargado, de Mores, se la veía orando entre la sombra de las columnas que rodeaban el san- tuario, iluminadas con los resplandores de la vecina lámpara, Ó con los rayos de la luna que atravesaban las vidrieras del templo; y en el silencio de la noche se la oía exclamar con una voz tan dulce como la del ángel de los consuelos: ¡Oh Jesús amado! Cuán bien se encuentra mi alma suspirando juntoá tí! Quién pudiera estar siempre pos- trada, adorándote aquí, donde los hombres ingratos te tienen olvidado! Ob si me fuera dado amarte por los que no te aman! Oh, corazón mío; sino me sirve para amar al amor de mis amores, ¿para qué te quiero yo

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