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$ nz ESA TO LO? * TDS 2 SS ES VI LOS DOS EXTREMOS 4 27 S costumbre muy antigua en lus pueblos de IA la Bética echar un día de campo, durante la E o. tava de Resurrección, para dar así expan- «Fe sión al espíritu, y con pensar con un recreo mo- Jet derado el silencio y austeridad de la Semana Santa. Justino, rico propietario de su pueblo, mandó en- ganchar el carro, para que las muchachas de la familia salieran á ver el campo hermoseado con el verdor de las sementeras, y fueran á pasar la tarde al santuário de Torrijos, donde él iría 4 bus irlas para volver 4 casa. Difícil sería pintar el gozo y animación que reinó en ella, hasta que llegó la hora de la s ida; y más difícil todavia describir la alegría de aquellos corazones juve- niles, santificados con los die y largos ejercicios

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