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46 LA INGRATA amores que en él formaron los ] lel Cielo, Aquella noche se acostó Aur: ) tur- bado, y tan turbado, que no pu nciliar el sueño á la hora acostumbrada. Era la primera vez que padecia insomnios. Elángel de la inocencia tendía sus blancas alas por aquel recinto, donde en castos lechos dormían . cien al- mas puras, y los ángeles de guarda velaban el sueño de cada una de ellas. Sólo Aurora daba vueltas en el suyo sin poder dor- mir, y por eso oyó abrir suavemente la pu rta de su apo- sento, y vió una sombra blanca que se d igía hacia ella. Pronto sintió sobre su frente el contacto de una ma- no que hacía en ella la señal de la cruz; luego el roce suave de una toca, después el dulce beso que la herma- na Guadalupe le daba, y, por último, una lágrima ar- diente que vino á caer sobre su rostro. Aurora sintió que le subía desde el pecho á la gar- ganta un sollozo amarguísimo; iba á prorrumpir en llan- to y á dar un abrazo á la buena religiosa; pero ¡infeliz! su orgullo la detuvoy fingió que dormía. Entonces con voz más perceptible, volvió á oir en el fondo de su al- ma: ¡ingrata, ingrata! Sor Guadalupe la miró con pena, sí alejó de allí sus- pirando y desde aquel momento miró á Aurora como á persona extraña. Presintió que aquella planta sería arrancada de aquel jardín y nose engañó. Amaneció el nuevo día y Aurora lo vió todo trans- formado: parecióle que el sol alumbraba entonces con diferente luz que antes. El conventole pareció cárcel y la vida religiosa, esclavitud. » ns

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