BCCPAM000535-2-21000000000000
354 LOS SUEÑOS DE UN PEREGRINO han dado siempre más gloria á la patria que los tuyos. 1Y si nó á la prueba me remito. ES 2 Iba el Cuartel poniéndose ya de mal humor; y al- gún tanto azoradillo respondió tartamudeando: ¡Y Le. panto! y Lepanto!: á lo cual repuso el Convento: 3 —¿Qué? En Lepanto no hubo frailes? Sólo capuchi- nos hubo cuarenta; y eso que empezaba á nacer enton- ces está penitente reforma del Orden de San Francisco. ari HUT Conque ¡cuántos irían de las otras Órdenes que tan flo- recientes estaban! Y fueron voluntarios, sólo para ani- mar á los soldados y asistir á los heridos; y ¿n un caso e apurado no debieron hacerlo mal: porque, cuando vol- vieron, fueron algunos al Padre Santo para que les ab- solviera de la irregularidad en que habían incurrido A matando á tanto moro; cosa que no dió poco que reir al Papa San Pío V, fraile también, por si no lo sabías. Y de la guerra de la Independencia no hables; por- + que bien sabes que cada convento fué una fortaleza; er- go... lo dicho. - Z —No señor; que entonces no había otro remedio. Estaba el enemigo en casa, y era menester echarlo fue- ra. Pero ¿á que no estuvieron los frailes en la gueraa de pa E Africa 3 Bobalicón! ¿cómo habían de estar si los habían echa- 5 do? Esa es una de las perfidias y malas artes que teneis los cuarteles; digo, nó! los liberales. Imposibilitais al g0, Í 5 clero y á las Ordenes religiosas para obrar, y después de les echáis en cara que no hacen nada. Villanos! Y aho- Í ra mismo quién mantiene en Africa el nombre de Espa- % ña á la altura que se merece, no son tus soldados sinó PS los hijos de San Francisco.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz