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332 LOS SUEÑOS DE UN PEREGRINO —Sí; pzro el Nuevo Mundo lo descubrió Colón. —Y ¿qué quieres decir con éso, botarate? Colón tuvo más de fraile que de soldado: Colón vistió el hábito de San Francisco y perteneció á su orden tercera hasta la muerte; y si tratan de beatificarlo ahora, no es por lo que tuvo de marino, sinó por lo que tuvo de fraile. Y más; ¿no has leído tá en los mismos escritos de Colón, que el descubrimiento de América se debe tanto como á él, á sus favorecedores Fr. Diego Deza, Fr. Juan Pé- rez, y Fr. Antonio de Marchena? —¿Y qué importa que esos frailes tomaran parte en su descubrimiento, si la conquista de aquellas regio- nes se debe toda á mis grandes capitanes? Qué proezas no hizo Hernán Cortés? ¿Qué victorias no alcanzó Piza- rro? ¿Qué no hizo Ercillx, peleando, y cantando las glo- rias de sus peleas? —Bien hayan esos gloriosos héroes de la patria, y con ellos e! gran Gonzalo y el sin par duque de Alba, y cuantos contribuyeron al engrandecimiento del renom- bre español. Pero sin dismínuir en lo más mínimo el mérito de esos valerosos capitanes, observaré que ellos no conquistaron más que la tierra de América; pero no á sus moradores; que á éstos, lo más que lograron fué rendirlos y vencerlos. Los que verdaderamente los conquistaron para Dios y para España; los que de ver- dad los civilizaron, y cristianizaron, y españolizaron fueron los misioneros, es decir, los frailes. Mira tú, pues, cuánto es más gloriosa esta conquista que aquella. Y cuenta que aún no había terminado Cortés la con- quista de Méjico, cuando llegó allí Fr. Martín de Va- lencia, franciscano, con doce compañeros. Y añade el
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