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LOS SUENOS DE UN PEREGRINO 345 llevado por el mundo la gloria de sus adelantos; y tú... parec: tre te hallas todavía en los tie mpos de Noé. ¡Cuán : ido vives! Mírame bien; yo fuí-lo que tá eres, un convento de frailes; pero llegó la libertad con su antorcha en la mano; iluminó estos claustros tene- brosos, y los oscurantistas que los habitaban, huyeron» s 5 AS : por no poder resistir los destellos de esta luz. Entonces se dió por mora la 4 los defensores de la patria, y, en vez del lúgubre acento del órgano, se oye aquí el eco so- 1 noro del clarín, la cantinela del soldado, el ruido de las armas y el relincho del caballo; aquí se gozan los dulces frutos de la libertad, los alegres... Iba á continuar el Cuartel su arenga castelarina, cuando el Convento le interrumpió: —¡Basta Impío! Es verdad que ya el siglo XIX se halla por fortuna al final de su carrera; ha paseado por el mund l padrón de sus infamias, y tú, Cuartel libera- lizado, eres una de las víctimas de su ignominia. Tú fuis- te lo que vo soy, un Convento donde moraban pacíf- cos ciudadanos, héroes de su religión y da su patria, padres de los pobres, socorredores de la desgracia, ami- lo, apoyo de gos de los enfermos, consuelo del afligic los débiles, bienhechores de la humanidad, luz del mun- do y sal de la tierra. Pero vino la libertad liberal al mun- do, abortada por el infierno. y con la tea revolucionaria en la mano incendió esos claustros silenciosos, y asesinó vil y cobardemente á sus inofensivos moradores. Todo quedó reducido á un montón de ruinas, y esa tiraniza- dora libertad, sentada sobre tus eseombros, pudo ten- der la vista alrededor, diciendo: Esta es mi obra Luego te eligieron para morada de jóvenes inocen-
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