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LA BULA?...AHI HAY GATO ENCERRAO 341 — Y si no tengo esa Bula no puedo comer carne en ningún día de ayuno, ¿no es esto? —Es algo más que eso; no la puedes comer en nin- gún viernes del año, aunque no sea ayuno, ni en los do- mingos de Cuaresma. -Pues entonces lo mejor será tener la Bula de Cru- zada, y así se quita uno de enredos y puede comer tran- quilamente lo que le pongan delante. —¡Eh! poco á poco, que ningún día de ayuno del año, ni los domingos de Cuaresma, se puede comer car- ne y pescado en una misma comida. —¿Esa tenemos? —¡Sí hombre!... los viernes que no son días de ayu- no, pase que se pueda mezclar; pero los días de ayuno en todo el año y los domingos de Cuaresma, jamás; para esto no hay dispensa ni Bulas. Y esto prueba que la Iglesia no pretende sacar cuartos con las Bulas, pues, si lo pretendiera, dispensara también ese precepto por me- dio de otra Bula, y no lo dispensa. —Pues entonces, ¿qué pretende la Iglesia en eso? —Pues, criatura, lo que he dicho; pretende que de- mos gloria á Dios, que imitemos eu algo á Jesucristo, y que adquiramos méritos para el Cielo. Este era el gato que estaba ahí encerrado y que tú no veías. Ya ves que esta triste vida dura cuatro días, y que de aquí no nos llevaremos para el Cielo más que nues- tras buenas obras, lo demás todo se quedará aqui, hasta el pobre cuerpo. ¿Y quién no querrá, cuando salga de aquí, llevarse consigo muchas buenas obras para que Dios le dé por ellas la gloria prometida? Por eso la Jglesia, deseosa de nuestro bien, nos prescribe esos actos

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