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338 LA BULA?... AHI HAY GATO ENCERRAO . ' ..s quiere gozar del priviieg:o, no le obliga más que en las visilias de San Pedro, Pente- > 1 3 costés, Asunción y Navidad, el miércoles de Ceniza, los viernes de Cuaresma y los cuatro últimos días de la Semana Santa. En los demás días no está o —De modo que si abro la bolsa para comprar bulas; no me obliga la abstinencia, y si la, cierro me obliga ¡hum, hum! Y a decía yo que aqui hay gato encerrao. que no es así. La to, nos impone ciertas asperezas y mortificaciones corporales para que imite- mos en algo al Hijo de Dios que murió por nosotros, y 5 , 1 ñ »J ue nuestras culpas merecen. Ella con su autoridad soberana habla y así paguemos también parte de la pena q dice: Todos mis hijos se privarán en tales días de co- mer carne para conmemorar el ificio de la Cruz y pagar á Nuestro Señor algo de lo mucho que le debe- mos; y el que no quiera atenerse á esta mortificación, hará el sacrificio de dar una limosna para los pobres y [ para otros fines piadosos que yo me propbngo. Esto es lo que hay. ¡No vayas á creer que la Iglesia vende las Bulas como se vende una carga de melones, que eso es un disparate! La Iglesia lo que dice es que todos los ca tólicos del mundo en Europa, Asia, Africa, América y Oceanía están sujetos á la ley de la abstinencia, á comer de vigilia en los días que hedl icho; pero concede á los españoles que puedan conmutar el sacrificio de la absti- nencia en el de una limosna para obras pías. ¿Dónde es- tá aquí el gato encerrado? ¿A ca obliga la Iglesia á te- ner Bula? ¿Qué mal hace en obrar así? El hablar mal de

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