BCCPAM000535-2-21000000000000

ni O A Abi lo IA TARO FAR a LR 5 o E 334 LA BULA?... AHI HAY GATO ENCERRAO blemente, fueron condenados á destierro y echados del paraiso. Y á tí te pasará otro tanto, si comes carne en | día prohibido; pecarás y te condenarás... —¿De modo que por comer carne me he de conde- nar? --¡Nó, hombre! ¡Que no es eso! No te condenarás por comer carne, sino por ofender á Dios, desobedecien- do el precepto que El y su Iglesia te imponen. Figúra- te tú que tienes en casa un buen plato de dulces, el cual e O E guardas cuidadosamente para el día de tu santo. Tus rl nietos andan al rededor de él, como gatos que acechan la sartén en que se fríen sardinas: tú les prohibe termi- a nantemente que toquen nada, hasta que llegue el día de la fiesta; pero ellos; vencido de la gula, te dejan el pla- : to más limpio que si lo hubieras fregado. Dime, ¿qué harías en este caso? n — Que le rompía las costillas al primer goloso que cogiera. —¡Claro! Y si los chicos se quejaran, diciéndote que les pegaba por haber comido dulces; que qué más tie- | nen los dulces hoy que mañana; tú les dirías que no los castigas por haber comido los dulces, sinó por haberte desobedecido, rebelándose contra tí. Pues aplícate el cuento, y verás que no te condenas por comer carnc, sinó porque, comiéndola, desobedeces á Dios, y te re- belas contra la Iglesia, que como Madre te prohibe co- merla. — ¡Cáscaras contigo! ¡Pareces un cuaresmero? Pero dime tú ahora, ¿en que días está prohibido comer car- ne? —Mira, por lo pronto en todos los días de Cuares-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz