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E PO LA CASUALIDAD usted, para ellos no había tal casualidad, sinó cosa muy natural, muy de propósito, y muy pensada de ante- mano. —Ahora lo entiendo mejor. —Pues si entiende V. que la casualidad es una com- binación de causas desconocidas que dan por resultado un hecho imprevisto, comprenderá V. también que esas causas desconocidas deben existir antes de combinarse, porque no hay combinación posible, si no hay antes se- res que se unan y combinen entre sí. — También lo entiendo. —Luego, si toda combinación supone anticipada- mente los seres que han de combinarse, y la casualidad no es más que una combinación de seres Ó causas des- conocidas, esas causas y esos seres existían antes de la casualidad. Luego el decir que la casualidad crió al mundo, es decir que la casualidad crió lo que existía antes que ella, lo cual es un absurdo. —Le diré á V., tío Pedro... —Sí, diga V. lo quiera con tal que no diga dispara- tes; y supuesto que tengo prisa, más vale que me diga usted la hora que es, porque no quiero hacer falta en ninguna parte. E El tío Pablo sacó el reloj del bolsillo y contestó: Las tres y media. —Y diga V., ¿quién hizo ese reloj? —¿No sé, pero lo haría algún relojero. ¡Hombre, nó! lo haría la casualidad. —Vamos, se conoce que V. está de broma; ¿cómo quiere V. que este mecanismo y esta combinación de e E > ASE E
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