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TRANSFORMACION 21 oración. Comulgaba los domingos y á veces tres y cua- tro días seguidos, y en las comuniones sentía que la gra- cia circulaba por mis venas, mezclada con la sangre, y que Jesucristo palpitaba en mi pecho, llenando con su divinidad mi sér todo entero. Yo me abrasaba en trasportes de amor divino; no dormía ni necesitaba el sueño;. apenas comía, y andaba casi sin sentir el peso de mi cuerpo: llevaba cilicios 4 raiz de la carne, y sus crueles punzadas me producían una sensación agradable y placentera. Era bueno sin pensarlo, y edificante sin pretenderlo ni esforzarme pa- ra nada. Así pasaron algunos años, que han quedado impre- sos en mi mente á manera de fugitivo sueño; y creo que sus consuelos y bienandanza no sería inferior á la del paraiso terrestre. Entonces para mí todo era tranquilo y todo risueño. A todas horas veía ante mis ojos el cie- lo abierto; la Purísima y los ángeles me sonreían en to- das partes, con más cariño que mi,madre y hermanitos en dias de vacaciones. Entonces veía las cosas de otro modo: la tierra era para mí una estación de espera, donde aguardaba el tren que había de llevarme á mi patria, que para mí era el cielo. Y como cuando uno es feliz es también amable y alegre, yo lo era tanto que arrastraba en pos de mí los corazones. Sacrificarme por Dios eran mis deseos, sin pretender por ello otro galardón ni recompensa más que su amor. Yo nadaba en delicias, y mis alegrías no tenían límites en aquellos tiempos de fe. ¡Cuán diferente soy ahora!!! El fastidio llena de amargura mis días, el tedio me

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