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316 EsO DE LOS CURAS?... TODO ES FARSA ¿acaso el médico deja de ser médico, porque alguna vez enferme? ¿El oficial deja de ser oficial porque sea co- barde? ¿El padre deja de ser padre porque tenga un hijo malvado? ¿El cristiano deja de ser cristiano porque al- guna vez cometa algún pecado? y V. deja de ser sastre porque algunas veces corte mal y saque una levita que puede servir de mortaja á un filisteo? El sastre, que no estaba para oir sermones, alargó con una mano á la señá Malena el traje que vino á bus- car, mientras que con la otra se rascaba la cabeza sin saber que decir. Por fin, alentó fuertemente diciendo: — Quince reales y basta de sermón. —Sí señor; pero quedamos en que el sacerdote aun- que malo y pecador, es sacerdote y ministro de Dios; en que la mala vida de un sacerdote no afecta ni en mu- cho, ni en poco, ni en nada á la bondad de nuestra san- ta religión; y en que el sacerdote tiene en sí un carác- ter indeleble que lo distingue de los demás hombres, y precisamente eso es lo que causa tanto escándalo, cuan- do se ve un sacerdote malo. El ver que por su carácter está obligado á ser más bueno que los demás, y que su conducta se aparta de la de sus co'egas en el ministe- rio, éso es lo que choca. Las manchas de tinta resaltan en lo blanco; pero en lo negro ni siquiera se conocen. Pues del mismo modo, una conducta poco ajustada 6 una mala vida, no resaltan ni escandalizan tanto en un seglar como en un sacerdote, sinó por la sencilla razón de que el sacerdote pertenece á una clase intachable por sus buenas costumbres, su desprendimiento y buena vida. Pero desgraciadamente no hay en el mun- do regla sin excepción, aunque ésta, si bien se mira,

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