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AL SERMON?...ESA ES COSA DE MUJERES 307 —Sí que lo sé. —Pues entonces, ¿por qué quierés luz? —¡Porque bay malos pasos, mujer! No ves que si nollevo linterna, puedo meterme en un charco,'Ó resba- larme y romperme la crisma? Mas si llevo luz, veré por donde voy, y me ahorraré una caída. —¡Hola! ¿conque no basta saber el camino, y €s menester luz para andar por él? Pues aplícate el cuento, y verás que no te basta saber los mandamien- tos, Ó sea el camino de la Ley de Dios: sino que nece- sitas además la luz de su explicación para poder cami- nar seguro por ese camino, y no ponerte á peligro de caer y romperte la cabeza contra una esquina del in- fierno. ¿Estamos? Y por lo tanto no puedes en razón dejar de oir los sermones que el Padre predica. ¿Entien- des, Pepe? —¡Si digo yo que tú, eres el diablo! —Más diablo eres tú, que no quieres ir á los ser- mones. —¿Pero que tengo yo que hacer allí? —Pues coger la linterna, para que veas por don- de vas; porque, según dices tú mismo, no basta saber el camino, es también necesario llevar luz para no meterte en los charcos. —Por fin me harás ir al sermón. —Sí, hombre sí, que algo buenos sacarás de él. + —Lo mismo que sacas tú: á ver, ¿qué has sacado es- ta noche? —He sacado una cosa muy bon:ta y muy propia para tí, que no quieres oir sermones, porque el Padre ha dicho que el Profeta David afirma que la declaración
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