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294 LAS MALAS LECTURAS sita su manjar como el cuerpo, y ambos manjares pro- ducen cada uno en su orden el mismo resultado. Llena tu estómago de alimento sano, y te daré salud; llénalo de vino y te quitará el juício; llénalo de veneno y te quitará la vida. Pues del mismo modo, llénate la cabeza de buenos libros y serás un buen hombre: llenátela de vino que se expende en las columnas de los periódicos liberales, y serás un borracho, quiero decir, un hombre sin juício, punto menos que loco; y si te las llenas de lec- turas impías y asquerosas, serás un hombre malvado y corrompido. Desengáñate, Pancracio, que el molino muele lo que le echan: sile echan trigo saca harina; si le echan tierra saca polvo, y si le echan carbones saca hollín y tizne. Así es el entendimiento humano; y sino se le echara á ese pobre molino tanto carbón y tanta tierra, no habría en el mundo tanto polvo, tanta tizne y tanto fuego en que se abrasan los hombres, unos con las llamas de la concupiscencia, otros con el ardor de sus pasiones desenfrenadas, otros con el fuego de am- biciones desmedidas y otros con todos esos fuegos á un mismo tiempo; fuegos que no existirían, si la prensa libro no lo encendiera en el corazón de las muchedumbres, y lo atizara después de encendido. De modo que, en resumidas cuentas, usted no quiere que leamos nada. — Al revés, Pancracio; yo quiero que leas mucho, pero bueno. ¿Tú sabes loquees en una casa un buen libro, una buena revista Ó un buen periódico? Pues es un buen amigo, un predicador perpétuo, un buen con- sejero que siempre está diciéndote á tí y á los de tu ca- su lo que deben hacer y lo que deben evitar. ¿Y sabes l y ] ;
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