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EL PIENSO LIBRE 285 nicomios, y si alguien la tiene es... un loco. Y éso es lo que tú eres, pobre Pancracio, y lo que será mientras no dejes la maldita lectura de esos papeluchos que trastor- nan tu razón, Ó mejor dicho, tu corazón. En el hombre todo está sujeto á leyes inflexibles, ¿y no lo estará el entendimiento? Una mala acción del pié, de la mano, *de la lengua ó de cualquier otro miembro, nos hace cul- pables ante Dios y ante la sociedad; ¿y una mala ac- ción del pensamiento que es el agente y el motor de esos miembros, nos dejaría sin culpa? Es posible quedés más importancia al instrumento que al artífice que lo maneja? ¿Es posible que declares culpable á la pisto la que mata á un hombre, y dejes libre al malvado que la disparó? Pues á éso equivale tu teoría, Pancracio, ése es el libre pienso á los ojos de la sana razón. El cochero estaba anonadado bajo el peso de estas razones; pero ¡lo que es el orgullo humano! se echó 4 reir forzadamente y empezó á cantar por lo bajo: Mi padre me predica y yo le digo: Predicar en desierto Sermón perdio. Sermón perdido, señor Tarabita! y lo que dice el refrán: olla que no has de comer déjala cocer. Deje V. que yo piense como quiera. — ¡Bueno! con tal que tú nos dejes pensar libremen- te, haremos contizo otro tanto. —¡Corriente! son VV, muy dueños de pensar lo que mejor les convenga.

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