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NO CREO LO QUE NO ENTIENDO 2971 Y siapartas los ojos del cielo para ponerlos en la tierra, ¿entiendes tú cómo dentro de una bellota está encerrado un germen de vida que á su tiempo se des- arrolla y se convierte en robusta encina? ¿Comprendes tá de qué modo, una azucena plantada en una maceta de estiércol extrae de aquel cieno inmundo y pestífero una cosa tan blanca como su flor, tan pura y fragante como su aroma? ¿Entiendes tú de qué manera chupan las raices del árbol la sustancia fangosa de la tierra, y cómo esa sustancia fangosa y desabrida se convierte luego en frutas tan exquisitas como la uva Ó la pera? Y sin ir tan lejos; entra dentro de tí mismo y dime; ¿sabes tá cómo piensas? ¿Entiéndes cómo, sin moverte de aquí, tu pensamiento se traslada en un momento á muchas leguas de distancia? ¿Entiéndes tú cómo esas dos boli- tas negras que se llaman ojos alcanzan á ver estrellas que están muchos millones de leguas distantes de nos- otros? ¿Entiéndes tú cómo el pedazo de pan que te co- mes, se convierte en sangre, y cómo circula esa sangre por tus venas; para darte la vida? ¿Y sabes tú lo que es esa misma vida? ¿Comprendes lo que es esa lla- ma misteriosa que se enciende en unos y se apaga en otros sin que nadie la pueda conservar sobre la tierra? Pues si cr ees.en todas estas cosas sin entender ninguna de ellas ¿cómo te atreves á decir que no crees lo que no entiendes? Desengáñate, Cucufate; el decir «no creo lo que no entiendo,» es una solemne majadería; decir «no creo en cosas de religión» es una necedad soberana, porque eso indica una ignorancia supina en materias religiosas; y decir «no creo lo que no veo,» es una simple borricada,
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