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206 DESDE MI OBSERVATORIO que van por el camino del cielo? Limpia los cristales del telescopio y observa bien, que eso debe ser curioso; á ver si descubrimos algo nuevo. — Sí; desgraciadamente son de las que van por el camino del cielo, y no todas son jóvenes; las hay tam- bién que peinan canas. Uno de los fantasmas es una vie- ja asquerosa con cara de niña. Lleva el peinado á lo... (no sé decirlo), rostro pintado, el cuello erguido, el seno abultado, la cintura prensada, los piés oprimidos; una la mano y un abanico de plumas, con el cual ha- red en ce mil monaditas. ¡Qué atroz! se cambia de figura y de traje á cada paso. Cada vez que cambia de traje tiende su red en el camino del cielo, y muchas damas caen en ella; y una vez enredadas, la fantasma tira y se las lleva hacia el camino del infierno. ¡Cuántas ha pescado esta vez! Lleva la res atestada... y tiene la maldita vieja un letrero en las espaldas que dice: La moda —!IAh! ¡la moda! ¿ya, ya! ¡maldita moda, qué pocas almas se escaparán de su red! ¡A cuántas arrastrará del camino del cielo al del infierno! Y el otro, ¿quién es? —Un viejo con muchos perifollos, muchos dijes, muchas plumas, muchos abalorios, muchas galas, mu- chísima vanidad y muchísima desvergiienza, llamado Lujo, y entre él y la Moda van dejando desierto el ca- mino del cielo. Más allá de la Moda está un hijo suyo, llamado Gastos, y tras de éste un nieto que se llama Disgustos, y luego dos biznietas, llamadas la una Ríñas, y la otra Miseria, todos con sus redes, en las cuales caen más tarde Ó más temprano todos los que cayeron en la red de la vieja Moda. Detrás del Lujo tiene tendida la red su hija Lujuria, y después de ella viene su nieta la

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