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DESDE MI OBSERVATORIO 205 mente, como alma que lleva el diablo; tanto, que si no fuera el Telescopio de tanta potencia y sus cristales de tanto alcance, no las podría distinguir. ¡Guarda, cana- rio! que se bifurca allí el camino; y casi todos se van por el de la izquierda. En el sitio que el camino se divi- de, hay este letrero escrito con gruesos caracteres: Separatio justorum a peccatoribus. En este lado se lee: Via inferni. ¡Cuán ancha es! ¡y va llenital El de la “derecha dice: Via coli. ¡Qué estrecha, Dios mío! ¡y aún no va llena! —¡Qué dolor! ¿y casi todos se van por el camino del infierno? ¿Y tan de prisa? ¿Y no vuelven ninguno atrás? Obsérvalo bien, que eso interesa. —Espera... NÓ: atrás no vuelve nadie; lo que sí yeo es que algunos dejan el camino de la izquierda y se di- rigen hacia el de la derecha por unas sendas Ó trochas poco trilladas. Tienen también sus nombres. La prime- ra dice: Senda del desengaño: La otra, Via penitentio. La de más allá, iter laehrymárum. La otra no se ve bien; son las letras muy pequeñas. —¿Y qué hacen las gentes por ese camino de la vida? -—Los que van por la izquierda, van entretenidos en pasatiempos, diversiones, bullicios, fiestas, algazara, locura y... sí; mucha locura y mucha infamia se ve en- tre los que van por ese camino. Los que van por la de- recha, van modestos, juiciosos, pacíficos, devotos, Ys ¡Cáspita! ¿Qué será aquello? ¡qué cosa más rara! Redes, fantasmas y muchas jóvenes envueltas entre los fantas- mas y las redes. ¡Qué fenómeno más extraño! —¿Y esas niñas enredadas por los fantasmas son las

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