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LAS DESDICHAS MATRIMONIALES 199 salen como su padre; ya no me hacen caso, ni hay quien pueda con ellos. —¿Otra te p 2-90? y no hace ya dos años que le ven go diciendo á V. que los eduque, que los traig: sar, que rece el rosario con ellos que... —Pero ¿si no me hacen caso? —Usted tiene la culpa. ¿Qué es lo que ha hecho us ted para que sus hijos no se parezcan á su padre? ¿Les ha enseñado V. á obedécer? ¿Les ha enseñado VW. la doctrina cristiana? ¿Les ha enseñado usted á rezar? ¿Les ha dado buen ejemplo? Si ellos ven que usted no obedece á su marido, ¿cómo obedecerán ellos á us- ted? Y si ven á V. airada y enfurecida, cómo han de tener ellos paciencia y humildad? V. los ha dejado siempre salir con la suya: V. no les ha quitado ningún gusto, ni ha contrariado jamás la voluntad de ellos; y cuando su padre iba á pegarles por desobedientes, se ponía V. por medio á defenderlos con que eran cosas de la edad; y en cambio, cuando se rompían los zapatos, Ó se le caía un botón de los calzones se llenaba V. de ira, y para desfogarse cogía una vara, y á palo limpio ponía álos pobres chicos como un Sán Lázaro. V. sembró en sus corazones la desobediencia, la ira y el orgullo; justo es que ahora recoja los frutos. —Pero si no lo digo por eso; lo digo por Ja mala lengua que tienen y por los disparates y herejías que dicen. —Pues recuerde V., que cuando eran chicos no se cuidaba ni poco ni mucho de que fueran á la escuela, ni o ? aprendieran el catecismo, ni los enseñaba á con- >, ni los llevaba al sermón. V. hablaba delante de

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