BCCPAM000535-2-21000000000000

192 LA CUEVA humano, como quieren los ateos? No! imposible! Si fue- ras una consecuencia del organismo ó un fantasma de la imaginación, tú atormentarías por igual á todos los que tenemos imaginación y organismo; y tu implacable aguijón solo martiriza al culpable. Luego tú eres hijo de la culpa y del crímen unidos en nefando maridaje. Eres el sello con que la justicia eterna marca á todos los cri- minales. No pudiendo el paganismo explicarse el misterioso enigma de los remordimientos, inventó las Furias, dio- sas con cabelleras de serpientes, lágrimas de sangre en les ojos, aguijones Ó teas incendiarias en las manos, y en actitud de lanzarse sobre el culpable. Cuando se co- metía un crimen, ellas aprovechaban la obscuridad de la noche, y caían sobre el criminal, ahuyentaban el sue- ño de sus ojos, le roían el corazón, y le desgarraban el alma en justa venganza del crímen cometido. El catolicismo en su altísima sabiduría tiene expli- cación más racional, más sabia y más sencilla para esos fenómenos internos. En el fondo del alma humana ha puesto el Creador un tribunal recto y severo que juzga y condena las malas obras del hombre, nacido para obrar bien: y el remordimiento no es más que el grito de ese tribunal que acusa, juzga y sentencia al hombre en el santuario de su conciencia. Este le patentiza por una parte lo que debió hacer 6 no hacer; por otra le muestra claramente la horrible fealdad de ese deber quebrantado voluntariamente: y esa vista clara de la deformidad, vileza y horror que re- visten sus acciones, tortura al hombre más que todos los suplicios.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz