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DEL REMORDIMIENTO 189 Pero ¿qué importa que la mirada de doña Clemen- cia hubiera querido decir eso y mucho más? Nadie la había visto; y ya ella tenía sus ojos cerrados para siem- pre. Solo un perrito faldero al ver espirar 4 su dueña de aquel modo, miró fijamente á la criada y lanzó al aire un ladrido de queja y de espanto. Pero, ¿qué puede te- mer un criminal del ladrido de un perro? También Malsemblante tropezó al salir de la alcoba con los ojos brilladores de un gato negro, que oculto en la oscuridad le dirigió una siniestra mirada. Pero, ¿qué miedo puede infundir á un asesino la mirada de un gato? Comoel proyecto estaba ensayado de antemano, An- gustias salió á un balcón pidiendo socorro, porque su tía se moría: acudieron los vecinos, y hallaron caliente el cadáver de la víctima, sin sospechar que lo fuera. La amortajaron; se avisó á Malsemblante para que dispusie- ra el entierro; y éste fingió tanto sentimiento é hizo tan bien su papel, que ni médico, ni justicia, ni nadie llegó á pensar mal de los malhechores. Ya doña Clemencia lleva algunos meses de enterra- da; Malsemblante y Angustias están unidos en matrimo- nio, son dueños de una buena fortuna, y todo el pueblo los cree felices. ¿Qué les puede impedir gozar de su he- rencia y ser dichosos en su luna de miel? Un fantasma; un espectro horroroso; el remordimiento! Angustias no duerme de noche: tiene metido en las
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