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00 DEL REMURDIMIENTO 187 así su muerte pasará por natural y vuestra felicidad se- rá infalible. De no hacerlo así, seguró es que Os deshere- da Ó impide el enlace de los dos. ¡Anda! ¡Anda! ¡Cuanto antes Malsemblante hizo una inclinación de cabeza, y el diablo saltó de gozo, llevándose de paso el sombrero, Do ) K to su que cayó en t:erra; y para disimular su obra, ag alas de murciélago, y produjo á manera de un rc molino alrededor de su víctima, la que aseguró el sombrero pa ra que no se le fuera otra vez. De allí voló Satán á la cabeza de Angustias, y €s- condido en su moño le sugirió el mismo pc nsamiento. La muchacha movió la cabeza de un lado á -otro, pronunciando el nombre de Jesús, que le hizo al diablo maldita la gracia. Insistió de nuevo el enemigo infernal, deslumbrán- dola con el brillo del oro que tenía guardado la vieja; con el lujo que tendría, pasando de repente á ser seño- ra; con lo que agradaría á Malsemblante dar este paso y asegurar la felicidad de los dos, y aun de los tres, por- que la enferma sería infeliz los días que le quedaban de existencia, y era conveniente para todos mandarla al otro barrio. Angustias inclinó también la cabeza, y el diablo sol- tó la carcajada del triunfo. La noche, encubridora y cómplice de todos los mal- vados, envolvía la tierra con su negro man
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